Svetlana Alexiévich (1948, Unión Soviética) fue galardonada con el premio Nobel de Literatura en 2015 , periodista y escritora, se crió en la República socialista de Bielorrusia.
Sus obras oscilan entre la literatura y el periodismo, de forma que compone un collage en el que encontramos múltiples testimonios individuales, lo que consigue que el lector se aproxime de forma muy personal a los acontecimientos a los que quiere acercarnos. Para hacer uso de esta técnica literaria, Svetlana ha viajado por toda la Unión Soviética y fruto de estos viajes, y de las entrevistas que ha mantenido con centenares de testigos y supervivientes ha escrito obras como: La guerra no tiene rostro de mujeres (1985), Los chicos del zinc (1989), Cautivos de la muerte (1993), Voces de Chernóbil. Crónica del futuro (1997) y Época del desencanto. El final del homo sovieticus (2013).
Voces de Chernóbil es uno de los pocos libros que podemos encontrar de esta autora traducidos al castellano, libro que cabe destacar que sigue siendo prohibido en Bielorrusia.
Cómo un libro de 1997 vuelve a las estanterías de las librerías para situarse entre las novedades, los más buscados y los más vendidos tiene una fácil explicación: el estreno que hizo HBO hace unos meses con su miniserie, Chernóbil.
Una curiosidad, para ser más claros, una curiosidad injusta a mi parecer, es que la productora no ha mencionado en los créditos de la producción de esta serie a la autora, a pesar de contar con un contrato a través del cual los productores han hecho uso de algunas de las historias que figuran en su libro.

Lo que ocurrió la madrugada del 26 de abril de 1986 en Chernóbil sigue provocando fascinación y miedo, a partes iguales, en nuestro mundo. Sobre todo a las nuevas generaciones que tienen su primera toma de contacto con la historia de este desastre nuclear. La visión que tienen los más jóvenes contrastan intensamente con la de aquellos que fueron testigos. Lo que para unos es atractivo e incluso les lleva a exponerse a visitar el lugar, a pesar de conocer los riesgos, para otros es una experiencia que marcó su pasado y transformó sus vidas para siempre.
Leer este libro ha cambiado profundamente la visión que tenía del incidente. Los testimonios recogidos por Alexiévich son tan impactantes como lo es la vida misma. Cuando los lees duelen, y duelen porque son un golpe de realidad. Mientras lees sientes cómo te golpea una oleada de sinceridad, respiras esos recuerdos que han marcado decenas de miles de vidas para siempre. Unos recuerdos que tan solo son comprensibles, de forma sincera, para aquellos que los vivieron. Ninguna persona ajena a lo que ocurrió puede ser capaz de entender la catástrofe que les tocó vivir a los residentes en las zonas cercanas a Chernóbil. Pero sí que podemos imaginar qué ocurrió y cómo se sintieron a través de este libro, que es una joya, una huella llena de sentimientos que puedes palpar entre páginas. Es un desastre humano llevado al papel.
A continuación comparto algunos fragmentos de los testimonios que más me han impactado:
«Esta gente se está muriendo, pero nadie les ha preguntado de verdad sobre lo sucedido. Sobre lo que hemos padecido. Lo que hemos visto. La gente no quiere oír hablar de la muerte. De los horrores.» pág. 42.
«En Chérnobil se recuerda ante todo la vida «después de todo»: los objetos sin el hombre, los paisajes sin el hombre. Un camino hacia la nada, unos cables hacia ninguna parte. Hasta te asalta la duda de si se trata del pasado o del futuro.» pág. 56
«Quiero dejar testimonio: mi hija murió por culpa de Chernóbil. Y aún quieren de nosotros que callemos. (…) Apunte al menos que mi hija se llamaba Katia…Katiusha. Y que murió a los siete años.» pág. 75.
«Yo no le tengo miedo a nada, ni a los difuntos, ni a las alimañanas, a nadie. Viene mi hijo de la ciudad y me riñe: ¿Qué haces aquí sola? ¿Y si alguien te corta el cuello?. ¿Y qué se llevaría de mi casa? Si solo quedan las almohadas.» pág. 88.
«Nunca me hubiera creído que todo cambiaría. Pero así son las cosas…La leche, prohibida; las legumbras, prohibidas. Nos prohíben las setas, las bayas…» pág. 95.
«En todas partes, la gente se ha acostumbrado a ver personas muertas… Nos fuimos como si huyéramos de una guerra.» pág. 107
Para preparar este vídeo corto he contado con la imprescindible ayuda de @johnny_dronic.
«Chernóbil, 1986. Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto. Esto fue lo último que un joven bombero dijo a su esposa antes de acudir al lugar de la explosión. No regresó. Y en cierto modo, ya no volvió a verle, pues en el hospital su marido dejó de ser su marido. Todavía hoy ella se pregunta si su historia trata sobre el amor o la muerte. Voces de Chernóbil está planteado como si fuera una tragedia griega, con coros y unos héroes marcados por un destino fatal, cuyas voces fueron silenciadas durante muchos años por la antigua URSS. Pero, a diferencia de una tragedia griega, no hubo posibilidad de catarsis.»
Voces de Chernóbil. Crónica del futuro
Debolsillo
11,95€
Me encanta como ha quedado esta entrada. Es simplemente magnífica.
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